- Recientemente ha publicado su libro “Revolución tecnológica y nueva economía: todos los secretos contables de Apple, Google, Facebook y Amazon al descubierto». Cuéntenos, ¿de dónde surge esta idea? ¿Cómo ha sido el proceso de investigación y análisis para desgranar el estado económico y financiero de estas grandes corporaciones?
En principio es algo sencillo para mi. Hace cuarenta años que soy profesor de la Universidad de Barcelona y cada año actualizo las materias que doy. Una de ellas es “Análisis de estados financieros” y por lo tanto, siempre procuro buscar las empresas que están más en vanguardia, aunque ya en los últimos ocho o nueve años me empecé a decantar por las compañías tecnológicas. Me gustaron las compañías tecnológicas, empecé a imbuirme de ellas, a analizar sus estados financieros, a ver qué y cómo lo hacían… y al final, el libro no es más que precisamente plasmar lo que imparto en clase en los últimos tiempos, explicar cuáles son los secretos y además, el perfil económico en el que se mueven estas compañías. Asimismo, también me sirve para ir entendiendo, con una serie de menciones que hago a la situación económica y a la economía en general, cómo está cambiando el mundo, lo que estas empresas están viendo, están haciendo, se están anticipando; y cómo en Europa vamos un poco desfasados y en España estamos descolocados. Por lo tanto, para mi el mérito reside en ponerse a escribir, pero toda la idea, la estructura y los análisis los tengo ya desde hace años hechos. Por lo menos, desde el año 2011 o 2012, cuando ya empecé a ver que el mundo iba por otros derroteros.
- Habla usted en el libro de esa nueva economía disruptiva que ha cambiado no solo nuestra forma de vida y de consumir, sino también la manera de concebir las empresas, sus finanzas y su producción. ¿Qué hace diferentes a este tipo de empresas tecnológicas frente, por ejemplo, las industrias más tradicionales que han dominado la economía mundial durante los últimos siglos?
Yo diría que estas empresas son innovadoras, por lo tanto, están innovando cada día. Y únicamente nos llega una parte de la innovación. Son empresas que dedican una gran cantidad de recursos a Investigación y Desarrollo. Son empresas que apuestan por un Capital Humano realmente de mucho talento y además, con plena libertad para desarrollarse. Son empresas que buscan soluciones prácticas para nuestra vida en todos los sentidos y en todos los órdenes. Y son empresas que, sobre todo, se concentran en el meollo nuclear de su actividad. A partir de lo que es su core business, van viendo de qué manera pueden ir ampliándolo, y dentro de lo que sería esta ampliación o ensanchamiento de su actividad, sin percatarse y yo creo que sin intencionalidad, van penetrando en otros sectores. De este modo, al final llega un momento en el que se produce una simbiosis entre el servicio y la industria, lo que llamamos la “servindustria”. Son empresas que miman mucho al accionista, es decir, que le pagan buenos dividendos, que recompran las acciones, y a las que les gusta el mundo de la libertad económica. Asimismo, tienen una capacidad brutal de monetizar su know-how. Por lo tanto, saben convertir en dinero todas las capacidades que tienen, y esto implica conocer el mundo, pisar fuerte, saber hacia dónde vas y, sobre todo, tener estrategias de futuro muy claras.
- ¿Qué lecciones pueden y deben extraer de este libro nuestras empresas españolas para sumarse a la era digital con éxito?
En primer lugar, estar en vanguardia de todo el progreso; pues el progreso, al fin y al cabo, nos trae la prosperidad. Además, el ver muy bien lo que hacen estas empresas. Son empresas que nunca están conformes con lo que tienen, que van más allá, que buscan nuevas líneas de negocio, que saben ir pisando el terreno para posteriormente pisarlo con más fuerza, que saben invertir –y esto es muy importante, saber invertir en general–. Muchas veces las inversiones que hacemos no son inversiones en conocimiento, en capital tecnológico. Y este es el reto del futuro. Son empresas que tienen unas cuentas de resultados muy livianas y con ello quiero decir que no están sobredimensionadas de gastos. El gasto que tienen es el adecuado, pero se fijan algo importante, que es el resultado. Hay que tener resultados porque esto es lo que me permite ganar dinero. Pero no desde la perspectiva mala o perjudicial del término, sino que me permite ganar dinero para retribuir bien a mi gente, para retribuir bien al accionista, para tener recursos propios que me van a dar mucha fortaleza. Son empresas, en ese sentido, que también tienen un gran concepto de activo que es la liquidez. Por lo tanto, en ellas predomina la liquidez. Cabe destacar empresas como Apple que actualmente de su activo total el 62% es dinero contante y sonante, pero hace dos años era el 72%. Por lo tanto, estamos hablando de empresas que realmente se dejan de intenciones faraónicas y buscan la inversión efectiva a nivel empresarial.
- Sin embargo, esta revolución tecnológica también conlleva nuevos retos, desafíos y riesgos para el ecosistema empresarial y para los propios países. ¿Qué factores se deben tener en cuenta para poder competir y consolidarse en estos nuevos mercados tecnológicos, como potencia y como empresa?
Yo creo que esto es imparable. Lo que sucede es que ahora nos encontramos con los estados, fundamentalmente los europeos, en donde denotan un complejo de inferioridad que intentan contrarrestar poniéndoles multas, tasas y haciéndoles la vida imposible. El problema es que Europa no ha sabido evolucionar. Esta evolución y revolución tecnológica ha estado liderada por los Estados Unidos y ahora por China, y mientras que tanto norteamericanos como chinos iban hacia delante, en Europa no hemos hecho nada, nos hemos limitado, nos hemos contentado en ver lo que hacían, pero sin capacidad de reacción. Por lo tanto, yo creo que ahora los estados tienen miedo, puesto que estas empresas van asumiendo tanto poder que al final, el gran rival de los estados no son otros estados, sino que son las tecnológicas. Y yo me remito a la actualidad, a las informaciones que nos llegan a través de los medios de comunicación. Hay una persecución contra estas empresas porque al fin y al cabo, son las que van a ir dominando el mundo cada vez más.
- En Europa hay un intenso debate sobre lo conocido como la tasa Google, el impuesto a los gigantes de la economía digital. ¿Qué motiva a algunos de los estados miembros de la Unión Europea a implantar esta medida? ¿Cómo cree que podría repercutir esto en España?
Negativamente. Porque además, hay que partir de la premisa de que esa tasa Google la vamos a pagar los consumidores. Evidentemente, las empresas van a repercutir la tasa Google hacia el consumidor final, y nos va a cerrar las puertas de un mercado que es importantísimo para España, que es la exportación hacia Estados Unidos. Ya Donald Trump y en concreto, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steve Mnuchin, envió recientemente una carta a varios ministros de Hacienda europeos, entre ellos a nuestra ministra Montero, exigiendo frenar el plan de introducir la tasa Google bajo la represalia de gravar las exportaciones españolas hacia Estados Unidos con aranceles del 100%. Con lo cual, esto quiere decir que cierras por completo la entrada para productos españoles –agrícolas, industriales, de todo tipo– en un mercado que es importantísimo y fundamental, no únicamente por cantidad, sino también por calidad.
- Actualmente vivimos inmersos en la denominada «guerra económica» entre EEUU y China, que podría desestabilizar la economía mundial e incluso cambiar su rumbo. ¿Debe ser un aspecto a tener en cuenta para las empresas tecnológicas españolas que estén pensando en internacionalizarse en China?
China es uno de los grandes protagonistas a día de hoy. Yo lo explico siempre de una manera que procura ser un poco humorística o irónica. Ellos empezaron montando los aparatos que los norteamericanos inventaban, el impulso tecnológico era el norteamericano. Pero a su vez iban aprendiendo y empezaron a montar también sus dispositivos. Ahí está Huawei, por ejemplo, y estas compañías. No obstante, se percatan de que el quid de la cuestión no radica únicamente en esa tecnología, sino fundamentalmente, en todo ese proceso tecnológico que va a tener que canalizarse, que va a tener que viajar, transitar, caminar… a través de unas redes. El tema clave en el futuro serán las redes. Mientras ellos ya están con el 5G, Estados Unidos va rezagada, y Europa muy rezagada. Ahí ellos tienen ahora una posición de dominio que, en la medida que vayan teniendo más poder –y cada vez tienen más poder desde el punto de vista económico–, van a ir ganando posiciones. Y por lo tanto, nos encontraremos con un enfrentamiento cada vez más agudizado entre Estados Unidos y China. En cambio, en Europa andamos despistados, es decir, estamos un poco enfrentados con los norteamericanos o Donald Trump se enfrenta con nosotros, y somos reacios a los chinos. Pero cuidado, porque al final terminaremos todos siendo chinos. Y cuando digo esto, me refiero a que los chinos vienen a Europa porque les gusta mucho y acabarán comprando Europa.
- En todo proceso de internacionalización, adaptarse a los nuevos mercados es crucial, pues intervienen nuevas variables como la cultura, la fiscalidad, o la política, entre otros factores. Muy a grandes rasgos, ¿qué diferencias notables existen entre los mercados americanos, los europeos y los asiáticos?
La cultura asiática es muy distinta a la nuestra, y dentro de la cultura asiática en general, hay que ver cómo es cada país, sus ceremoniales, sus liturgias, sus distintas formas de negociar. Los americanos son conscientes de que ellos son los líderes del mundo, por lo tanto, en ese sentido, ese liderazgo es también importante. Estados Unidos hoy es la primera potencia económica del mundo y en consecuencia, hay que estar bien con los Estados Unidos de Norteamérica. Yo creo que es un factor clave. Europa es nuestro mundo y ahora necesitamos una generación para tener un mayor empuje. Los próximos seis meses son cruciales con lo que sería el empuje de Angela Merkel. Y luego tenemos también una Europa donde realmente no sabemos exactamente hasta qué punto es Unión Europea, no es Unión Europea… debido a las circunstancias. Por lo tanto, Europa tiene que reinventarse, es decir, pensar en tener mayor brío.
- El I+D es uno de los pilares para el desarrollo de la competitividad de un país en materia de innovación ¿Cómo cree que debe ser la combinación perfecta entre inversión pública e inversión privada en I+D? ¿En qué áreas se podría materializar ese I+D en España para aprovechar todo nuestro potencial y nuestros puntos fuertes?
El I+D es algo crucial porque los países que hacen el mayor esfuerzo en Investigación y Desarrollo en porcentaje sobre el Producto Interior Bruto son luego los países punteros. Ahí están Estados Unidos, China, Corea del Sur, los países del norte de Europa… y aquí está España, que solo destina el 1,24% del PIB a Investigación y Desarrollo. Yo creo que en España no tenemos una colaboración entre el sector público y el sector privado. Además, aquí hemos despreciado y menospreciado la inversión en Investigación y Desarrollo, y ello es muy perjudicial porque al fin y al cabo siempre he pensado que lo que tú inviertes hoy en Investigación y Desarrollo son los beneficios del futuro, los beneficios del mañana. Por lo tanto, hemos renunciado a ello. Asimismo, cabe destacar otra consecuencia vinculada al esfuerzo en I+D y es la migración de los investigadores con talento. Aquí no hay un hábitat que sea confortable, no encuentran caldo de cultivo. Yo conozco a alguno de los investigadores que están con las vacunas de la Covid-19 y se encuentran trabajando dentro de lo que sería una colaboración pública cobrando 1.200 euros, que es casi el Salario Mínimo Interprofesional. Estas personas, con 27 o 28 años, que tienen el doctorado, evidentemente están recibiendo ofertas de Estados Unidos para irse allí ganando lo que tienen que ganar, 90.000-100.000 dólares al año. Por lo tanto, nosotros aquí tenemos un problema.
Nos iría muy bien cambiar un poco nuestro modelo económico, pues es demasiado intensivo en servicios de poco valor añadido, y tendríamos que dirigirnos hacia servicios de alto valor añadido. En el sector sanitario ha habido un fallo ahora por una falta de recursos y sin embargo, nos encontramos con que los médicos españoles, los investigadores españoles, son líderes a nivel mundial. Por ejemplo, hay varios españoles que están dirigiendo los proyectos de las vacunas contra la Covid-19 en Estados Unidos; el presidente de la Sociedad Americana de Oncología es español, el presidente de la Sociedad Europea de Oncología es barcelonés… por lo tanto, tenemos aquí a grandísimos investigadores que no encuentran eco y se tienen que ir. Yo creo que esta es una asignatura pendiente, y que tiene que haber una colaboración total entre el sector público y el privado. Pero mi pregunta, mi duda es si realmente por la parte política interesa que esto vaya hacia delante. Y evidentemente, las empresas privadas que tienen I+D, cuando tienen que desarrollar proyectos, se ven forzadas muchas veces a irse fuera de España, y a encontrar otros lugares que sean más cómodos y propicios para poder llevar a cabo todo eso. Por lo tanto, España poco a poco ya se va rezagando y en el futuro se irá quedando más rezagada todavía.
- Dado el ritmo vertiginoso al que crece y evoluciona esta nueva economía disruptiva, ¿está la educación en España preparada para formar a trabajadores altamente cualificados para esta nueva era tecnológica? Si la respuesta es no, ¿cómo cree que podría prepararse?
Yo diría que sí, pero también diría que no. Digo que sí porque me consta que tenemos centros universitarios y de formación y centros tecnológicos que son de primerísimo nivel, y que son, de alguna forma, la cantera para los grandes centros de investigación mundiales. No obstante, tenemos un problema muy relevante, pues no se está haciendo lo que se tendría que hacer en formación. Lamentablemente, es algo que se ha ido politizando, y por lo tanto, nuestros planes de estudio se van modificando de acuerdo con el gobierno de turno. Y evidentemente, ello provoca que cada vez el nivel de la gente sea peor, salvo excepciones como podría ser el capítulo de los investigadores. Además, este año también hemos dado un fatídico paso, que es el de que los niños aprueban el curso debido a las circunstancias. Con lo cual, quiero decir que si hasta ahora había una cultura del esfuerzo que iba a menos, a partir de ahora irá todavía más a menos. Al final, la poca formación influye en que la gente a la larga tenga menos ingresos, que haya pocos ingresos en el futuro y que la productividad del país sea peor. Y lamentablemente, hacia ahí nos vamos encaminando. Por lo tanto, yo creo que la educación, la formación, hay que dejarla totalmente al margen de lo político. Lo político siempre es nocivo. Y tenemos que mirar hacia Alemania, incluso hacia Reino Unido, Estados Unidos –donde hay mucha formación privada, también es cierto–, Finlandia, Dinamarca, Suecia, Noruega, Austria (…). Por ejemplo, en Alemania y en Suiza nos encontramos que la mayor parte de su población pide formación profesional y no formación universitaria, y los niveles de vida y la renta per cápita ahí es infinitamente superior a la nuestra. Yo creo que todo esto hay que tenerlo presente.
- Esta revolución tecnológica pone en el foco de las empresas procesos como la digitalización, la robotización o la Inteligencia Artificial. ¿Cómo afectará a los puestos de trabajo?
Yo considero que habrá una desaparición de puestos de trabajo. Primero, porque la gente que no tenga habilidades quedará totalmente fuera de juego, y sobre todo, porque en estos momentos vamos a vivir seguramente cambios estructurales en sectores económicos a raíz de esta crisis. Si yo por ejemplo no me hubiera subido en el mes de marzo a Zoom y a las tecnologías que permiten la digitalización y estar en contacto con el mundo entero, estaría totalmente fuera de juego. Lo que ocurre es que, ya para empezar, no todo el mundo en este país tiene ordenador ni una buena conectividad, y el mundo ahora avanza en una dirección en la cual la gente tiene que estar muy preparada. Con lo cual, yo diría que hay dos niveles de preparación: el de la preparación de conocimiento –de tu carrera, de tus estudios, de tu especialidad–, pero luego hay que añadirle las habilidades en las nuevas tecnologías. Yo no soy informático, pero procuro desenvolverme. Por lo tanto, ahora vamos a entrar en una época en la que la gente va a tener que estar muy preparada, muy cualificada, en donde la digitalización, la robotización, la automatización, la Inteligencia Artificial (…) van a ir tomando cada vez un mayor terreno. Y en España hay un problema, que es la falta de formación también en recursos digitales, en nuevas tecnologías… y esto lo vamos a pagar, a diferencia de lo que ocurre en otros países.
- Hablar de futuro y de nuevos horizontes, pasa inevitablemente por hablar de la crisis de la COVID-19. ¿Qué efectos a largo plazo va a dejar en la economía, y por ende, en las empresas de España?
Yo creo que nos va a castigar. 2020 va a ser un año malo a nivel económico, y 2021 va a ser duro. Si este es el año del “castañazo”, 2021 será un año de calvario. En 2022 ya estaremos un poquito en el purgatorio y en 2023 calculo que empezaremos a ver el cielo. Esto va a provocar cambios, en la manera de funcionar, en la manera de trabajar… por ejemplo, el teletrabajo ahora ya se está imponiendo. Hay que ser conscientes de que la productividad del teletrabajo no será la misma que la productividad del trabajo presencial, pero en definitiva, van a cambiar muchas cosas.
Por ejemplo, una viva muestra de digitalización: anteriormente, el médico me hacía la receta y yo tenía que ir a recogerla o me la daba en la consulta. Pero ahora, el médico me envía la receta al correo electrónico o por teléfono, yo voy a la farmacia, la pasan por un lector y ya está en marcha. Por lo tanto, todo eso son cambios profundos que vamos a vivir, que vamos a tener a día de hoy. Puedo leer un libro tranquilamente en un soporte digital o puedo incluso escuchar el libro –audiobook–.Todo está cambiando de una manera brutal. Ahora veremos lo que ocurre a nivel de movilidad. Durante un tiempo la gente va a tener miedo a moverse, y esto va a afectar al turismo y a todo aquello donde el contacto social, el acercamiento, es determinante. Este distanciamiento social puede ser perjudicial, puesto que en servicios, evidentemente, hasta ahora el acercamiento social era el elemento clave, el motor.
- Ahora se hace más latente que nunca la necesidad de generar ayudas para las empresas. ¿Cuáles cree que serían las más adecuadas? ¿Hay algún país modelo cuyas medidas podrían extrapolarse a España?
A mi Estados Unidos me gusta en el sentido de las medidas que allí se han tomado. Yo creo que aquí, por parte de nuestro Gobierno, no se ha ayudado al nivel que se tendría que haber ayudado a combatir las secuelas económicas de la crisis. Hay que tomar una serie de medidas, por ejemplo, en el capítulo de la productividad. Pero para mejorar la productividad en España, hemos de mejorar el Capital Humano, incrementar el Capital Tecnológico, reordenar sectores que sean los que vayan tirando… Otro aspecto es el relativo a la tasa de paro, pues yo creo que este mes va a ser prácticamente la más alta de toda Europa, superando ya a Grecia. Y además, tenemos un problema de temporalidad que también tenemos que arreglar. Otro aspecto al que hemos de dar una prioridad absoluta es el envejecimiento de nuestra población, que no únicamente repercute negativamente en la productividad laboral sino también en la vulnerabilidad ante un virus como el que hemos vivido, que fundamentalmente ha atacado a la gente mayor. Está bien dar el Ingreso Mínimo Vital, pero lo que hemos de hacer realmente es darle a la gente más herramientas, más “cañas de pescar”. Asimismo, también vamos a tener que planear el caminar hacia una economía verde, hacia lo que sería una economía más sostenible. Y todo esto nos va a plantear unos retos, porque además, hemos de pensar que el mundo cambia, que se alterarán los órdenes, que seguramente se va a agravar después de la Covid-19 el proceso de desglobalización que había, y también se va a acentuar el proceso de digitalización. Al final, ello requiere que tengamos unas finanzas públicas que sean sanas y las tenemos bastante enfermizas. Por lo tanto, todo esto son factores que determinan los cambios y reformas estructurales que España tiene que acometer.
- Para el futuro inminente, está sobre la mesa el debate sobre la reconstrucción del país. Se habla de una reindustrialización o de la posibilidad de reenfocar la estrategia hacia servicios de alto valor añadido (vinculados o no a la fabricación). ¿Cuál es su opinión al respecto? ¿Qué papel deben jugar las nuevas tecnologías en este proceso?
Los pilares de la reconstrucción económica sobre los cuales se tendría que cimentar serían, en primer lugar, el capítulo sanitario. Hemos de tener lo que yo le llamo “el muro sanitario” que nos protege para evitar que vengan pandemias, y si vienen las pandemias, que nuestra sanidad actúe como muro defensivo para que de esta manera no afecte –como lamentablemente ahora ha afectado– al pulso normal de la actividad económica. Yo creo que nos tendríamos que inspirar en aquellos planes de desarrollo económico e industrial del tardofranquismo que estaban liderados por Laureano López Rodó o por Fabián Estapé, que en definitiva, pasaron por una industrialización de España. Ahora que hemos dejado de lado a la industria, pues solo representa el 11% del Producto Interior Bruto, hemos de pensar en una reindustrialización de España, y sobre todo, en aprovechar la oportunidad para tecnologizar nuestra economía, nuestra industria. Hoy la industria no es la de dos mil trabajadores, es una industria de menos trabajadores pero mucho más cualificados, con robots, con automatización… y esta industria se va a ir implantando por lo que sería el largo y ancho de la “España vacía”. Asimismo, también debemos sacar el aprovechamiento adecuado a las universidades que tenemos esparcidas por toda España.
Cuando hablamos de industria, estamos solo pensando en el sector meramente industrial, pero también en una industria muy importante que es la agroalimentaria, con lo cual ello nos lleva al sector primario, un sector que ha sido una baza primordial en estos momentos tan difíciles que hemos pasado. Todo esto va de la mano de Investigación y Desarrollo, de las universidades, de la transición ecológica, de la transformación digital (…) y lo que necesitamos es que esto, que son ideas al fin y al cabo, se ejecuten y se pongan en marcha. Nos falta empuje, nos faltan tecnócratas que realmente puedan liderar lo que sería la nueva economía española, porque de lo contrario, vamos a ir ahogándonos en estas aguas procelosas.
- Apuntamos a otro reto que tenemos por delante, que no es otro que la crisis climática, donde serán necesarias transformaciones de gran calado prácticamente en todas las facetas de la vida. ¿Cómo se puede hacer frente a esta crisis desde el sector empresarial?
Ahora es un momento clave para aprovechar esta reforma estructural a favor de la transición ecológica. Es el momento coyuntural propicio. Las reformas estructurales pasan también por favorecer una transición hacia lo que sería una economía mucho más sostenible. Apostar por las energías renovables, por las energías puras, por las energías limpias… y ahí entra el capítulo de las finanzas verdes, es decir, apoyar desde el punto de vista financiero a través de las entidades financieras, de la banca, de programas de ayuda estatales (…) a lo que sería inversiones limpias, verdes. Este tiene que ser un reto también.
- Usted ha dedicado gran parte de su trayectoria profesional a la enseñanza, y a la divulgación económica y financiera. ¿Considera que existe una buena cultura financiera en nuestro país?
Hemos ido adquiriendo cultura financiera, pero hemos de tener más referencias financieras y económicas. Aunque tampoco se trata ahora de que todo el mundo sea un experto en finanzas. Yo no soy ningún experto en ingeniería o en arquitectura, con lo cual, en un momento determinado le consulto a un ingeniero o a un arquitecto. Pero también es importante que la gente tenga unos mínimos de base, pues eso también te ayuda para tomar decisiones y para saber hacia dónde tienes que ir. Esto es algo que se imparte en la formación básica, o luego uno hace una carrera “comodín” como es Económicas y ya a partir de ahí cada uno se va orientando, pero ya tiene una idea un poquito de todo.
- Finalmente, ¿qué condiciones requiere un país o una región para resultar atractivo/a y que este tipo de empresas de base tecnológica tengan interés en invertir y operar en él/ella?
Tener capacidad de seducción, tener capacidad de atracción, ser amigo de todo el mundo, demostrar empatía, dar todo tipo de facilidades… las referencias son Irlanda, Luxemburgo, otros países del norte de Europa, Estados Unidos (…). Por lo tanto, hay que hacer justo todo lo contrario de lo que se hace en España, esta es simplemente la propuesta más resumida. Porque cuando alguien aterriza aquí solo le ponen trabas e impedimentos; y los empresarios se van enfadando, desesperando y desmoralizando, por lo que desmontan las empresas aquí o procuran trasladarlas hacia otros lugares. Y además, si a eso le añadimos que aquí no hay un mercado único, sino que tenemos 17 mercados y cada comunidad autónoma quiere tener también su cuota de poder y su cuota de regulación, pues evidentemente España hoy por hoy no representa ningún atractivo para ninguna compañía multinacional. Y a los hechos me remito. Nissan se va de Cataluña porque se va de España, y las que vendrán… por lo tanto, o cambiamos aquí la sintonía o realmente nos quedaremos hundidos en la miseria.