La evolución y forma de nuestras ciudades ha estado marcada por el elevador, un elemento que nos ha permitido crecer verticalmente; aunque la evolución en altura de los edificios no se desarrolló hasta el invento de Elisha Graves Otis, un dispositivo de seguridad que evitaba que las cabinas cayeran al vacío. Este componente fue esencial para la construcción de los primeros rascacielos e incluso modificó la distribución de los edificios.
El elevador es un medio de transporte urbano no solo equiparable al metro o autobús, sino que ha contribuido a su desarrollo por permitir una mayor concentración de población en una menor superficie, un aspecto fundamental para conseguir su ef iciencia. Innegablemente, vivir en áreas con baja densidad de población como zonas suburbanas, tiene beneficios por la cercanía a la naturaleza, más espacio y privacidad. Sin embargo, la densidad urbana tiene una relación inversamente proporcional a la necesidad de desplazamiento y con ello, al uso del vehículo privado. Vivir en áreas donde tiendas, comercios y puestos de trabajo se encuentran a menor distancia o tienen conexión con el transporte público, implica conducir menos y consumir menos energía por habitante. A razón de esto, David Owen en su artículo Green Manhattan concluyó que esta ciudad era una utópica comunidad ecologista.
El uso del ascensor como facilitador del desarrollo vertical de las ciudades tiene la ventaja que, a diferencia de otros medios de transporte, es un elemento compartido y eléctrico que no produce emisiones de CO2 en los centros urbanos. No obstante, repercute en el consumo de energía. Tanto es así, que según thyssenkrupp, los edificios consumen aproximadamente el 40% de la energía global y un 10% de esta se atribuye al elevador [1]. Sin embargo, la evolución hacia el transporte eficiente no solo pasa por reducir el consumo de energía, sino por optimizar su uso para disponer de este medio cuando es requerido, minimizando tiempos de espera y reparación.
Por un lado, es necesario reducir el tiempo que los usuarios invierten en el viaje y espera del ascensor. De acuerdo con la encuesta realizada por IBM, el total de los trabajadores de oficinas de las principales ciudades de EEUU invirtieron a lo largo de un año el equivalente a 33 años montados en una cabina y 92 años en la espera para utilizar este medio de transporte [2]. Por otro lado, los ascensores pasan aproximadamente 190 millones de horas anuales no disponibles en todo el mundo debido a averías o tareas de mantenimiento [3]. Esto no solo repercute en los costes de reparación que mantenedores y usuarios tienen que asumir. El no anticiparse a estas averías aumenta las probabilidades de atrapamiento e incrementa el tiempo dedicado a la reparación. Esto, ligado a que gran parte de los edificios españoles solo poseen un ascensor, produce una insatisfactoria experiencia de uso.
Empezamos a ver un cambio de tendencia en conseguir sistemas instrumentados e interconectados para que los ascensores sean más eficientes y amigables, en el que estos conozcan hacia dónde nos dirigimos sin ni siquiera pulsar un botón y los tiempos de mantenimiento y reparación estén programados para no interferir con su uso habitual. Sin embargo, todavía estamos lejos de esos tan ansiados Smart Buildings que nos hagan la vida más sencilla. IBM mostraba que los edificios estaban anclados en el pasado con el coste en productividad y tiempo que esto implica.
Los avances tecnológicos en IoT (Internet de las cosas) y en IA (Inteligencia artificial) están empezando a jugar un papel fundamental para resolver grandes retos de nuestras ciudades. Estos avances en el sector del ascensor, ya nos están permitiendo dar los primeros pasos hacia un modelo de mantenimiento predictivo con el fin de anticiparnos a fallos futuros. Un tipo de mantenimiento basado en el análisis directo de los parámetros de la maquinaria para calcular el momento de fallo del sistema, minimizando así el número y coste de las paradas dedicadas a labores de mantenimiento.
La aplicación de dispositivos IoT como GSR (Gsm Smart Router) de Nayar Systems que transmiten información referente a la maniobra y advierten de averías, son sistemas esenciales en la recopilación de datos. En un futuro estos permitirán crear modelos probabilísticos de fallo.
La aplicación de las nuevas tecnologías en el sector del ascensor, permitirá la integración con otros sistemas inteligentes para poner este servicio a las necesidades del mercado. Disponer del ascensor cuando lo necesitemos, que identifique dónde nos dirigimos o que nos muestre contenido personalizado, serán los pasos hacia la mejora de la experiencia de uso. Además, todo ello buscando una mayor eficiencia energética y la reducción de costes en los servicios de mantenimiento.
B. Escandell · Departamento de Proyectos de Nayar Systems